EL AZOGUE O MAS CONOCIDO COMO MERCURIO FUÉ UN BIEN CASI TAN IMPORTANTE COMO EL ORO...
Este post para el blog trata un tema que tenia muchas ganas de plasmar en un articulo, puesto que siempre que hablamos de las Américas y de la importancia de sus minas allí encontradas, nos viene a la cabeza el oro y a la plata, es cierto que estos son los metales preciosos que tanto ansiaba la Corona, pero la extracción de estos metales preciosos tenia unos procesos que pasaré a explicar luego, mas estos procesos precisaban de ese oro plateado, el conocido en la época como azogue o cinabrio, mercurio a día de hoy, fue clave para la extracción y funcionamiento de las grandes fabricas mineras presentes en las Américas.
La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en los virreinatos, pues cualquiera podía echar a andar una mina, siempre y cuando entregase la quinta parte de sus ganancias a la Corona española. Fue además un incentivo para la conquista, exploración y colonización de nuevos territorios. Las principales minas de Nueva España fueron la de Zacatecas (1546), Pachuca de Soto (1552), Fresnillo y Guanajuato (1554) y finalmente San Luis de Potosí (1592). Estas ciudades también recibieron gran cantidad de pobladores debido a la esperanza de muchos indígenas por conseguir un mejor nivel de vida.
PROBLEMAS
Los problemas que tuvo que afrontar España en cuanto a la minería del mercurio fueron varios, entre ellos que hasta que no se descubrieron las minas en las Américas, la producción procedía de la península, se tuvo que estar mandando buques a las distintas fabricas mineras en el otro continente, estos buques los llamaban naos de mercurio o azogue y la principal mina de la península fue Almadén.
El mercurio era muy querido en todo el mundo por su gran utilidad en las minas, por lo que la importación de mercurio fue prohibida y castigada con la pena capital a partir de 1589, por decreto de Felipe II. La razón dada fue que los ingleses eran los mayores comerciantes de tal producto y al ser España su enemiga principal, los virreinatos no podían comerciar con la corona británica. La prohibición alentó el contrabando con piratas ingleses, como Henry Morgan.
También eran muy comunes las enfermedades como la artritis reumatoide en los mineros, el mercurio es un metal muy tóxico, y el uso que se le daba y como se utilizaba lo hacia liberar vapores y gases muy nocivos para la salud.
LA EXTRACCIÓN DEL METAL
Las monedas eran el resultado de un proceso muy largo, y en las minas empezaba todo, como curiosidad antes de la llegada de los españoles los indígenas utilizaban la piedra donde se extraía el azogue para colorearse los rostros de rojo, pues esta piedra contenía una sustancia a la que llamaban “llimpi”. En las primeras extracciones del metal precioso en la Nueva España según contaba Francisco de Jerez secretario de Pizarro en la conquista, los indigenas sacaban las piedras de la montaña y luego les prendían fuego para separar el metal precioso de la amalgama de azufre, plomo y estaño. Este proceso se vio mejorado con la llegada del mercurio.
El nuevo sistema que permitía la extracción del metal precioso con el azogue pasaba por varias operaciones. Los trozos de piedra que contenían el metal de la plata eran molidos, y el polvo resultante, cernido en cedazos de tejido de alambre, este polvo era depositado en grandes cajones con capacidad para cincuenta quintales, al que se le agregaban cinco de sal. Hecha la mezcla de estos dos elementos se le echaba el azogue para su aglutinación. La amalgamación o mezcla de la plata con el azogue se conseguía a fuego lento, desde abajo del cajón durante 6 días. Al cabo de este tiempo se retiraban los trozos de plata y azogue amalgamados llamados “pella” y se transportaban a una tina para lavarlos. Terminada esta operación, la “pella” era comprimida con un lienzo, donde quedaba la plata al destilar el azogue que contenía, que era recogido en un recipiente para su utilización posterior.
La plata así obtenida era sometida a una segunda operación de fuego, se la colocaba en unos vasos de barro que tenían la forma de lingotes, y el fuego terminaba por exhumar los últimos restos de azogue, obteniendo una plata brillante llamada “plata acendrada”. Por ultimo estos lingotes eran llevados a las Cajas reales para su quintado y ensayado.
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